Los deshollinadores, símbolo de buena suerte

En Austria, los deshollinadores se consideran un símbolo de buena suerte; tanto que en la Wipplingerstrasse- una de las calles más céntricas de Viena-, hay una administración de lotería, que tiene colgada, en la esquina del edificio, una figura gigante de un deshollinador. Esta tradición tiene su origen en la Edad Media, cuando empezó a haber estufas y chimeneas en los antiguos edificios de madera y la única manera de prevenir un incendio era un mantenimiento adecuado de las mismas. Durante esa época, se creía que estos profesionales protegían los hogares y alejaban el peligro de ellos. Esta idea se arraigó de tal forma en la sociedad austriaca que, en la actualidad, es habitual que, en fin de año, la gente regale figuras de deshollinadores para que atraer la buena suerte en el año entrante. La relación con el año nuevo viene de que los deshollinadores solían presentar la factura de sus honorarios en esa fecha.

Aún hoy en día, los vieneses creen que encontrarse con un deshollinador por la mañana les trae suerte. Quizá para nosotros, la figura de un deshollinador está bastante anticuada, pero en Austria, es una profesión muy habitual y es normal encontrarse a alguno de estos profesionales por las calles en cuanto empieza el invierno.

Otro de los regalos habituales la noche de Fin de Año son los cerdos de mazapán rosa. El cerdo era un animal sagrado para los pueblos Germanos y en muchas culturas europeas era un símbolo de bonanza y bienestar. Una tradición navideña que brinda también suerte es la que se lleva a cabo el 6 de enero, cuando se escriben con tiza en las puertas de las casa las iniciales de los tres Reyes Magos (C+M+B). Los austriacos creen que es un modo de entrar bien en el nuevo año y que estas iniciales protegerán los hogares y les proporcionarán bienestar.