martes, 30 de septiembre de 2008

Juegos


Una de las cosas que más me ha gustado en el contacto con los países de habla germana son sus juegos de mesa. Los germanoparlantes deben ser buenos inventando juegos, porque tienen un amplio repertorio de juegos entretenidos, de esos que ayudan a que las tardes de lluvia o de domingo pasen volando. Uno de los primeros en engancharme fue Siedler von Catan (Los colonos de Catán en la versión española que alguien que me conoce bien me regaló las navidades pasadas). Es un juego de estrategia de la marca Kosmos, ideado por Klaus Teuber y premiado como Juego del Año en 1995. Se ha convertido en un best-seller con más de once millones de sets vendidos y se ha traducido a 25 idiomas. El objetivo del juego consiste en construir sobre un tablero, que varía con cada juego, pueblos, ciudades y caminos, gracias a la acumulación de varios tipos de cartas. Todos estos elementos proporcionan distintas puntuaciones, ganando la partida el primer jugador que llega a los diez puntos. Existen varias ampliaciones del juego, que fue publicado originalmente en Alemania y que ha invadido los hogares de millones de alemanes y austriacos. Si queréis haceros con una copia en español, en España lo comercializa la marca Devir. (http://www.siedeln.de/iedeln.de/)


El segundo juego que más ha llamado mi atención ha sido Carcassonne (también he tenido la suerte de que cayese en mis manos este último cumpleaños, eso sí, en su versión alemana). Tras Los colonos de Catán, es el juego de mesa de origen alemán más conocido en el resto del mundo. Diseñado por Klaus-Jürgen Wrede y publicado en 2000 por Hans im Glück, recibió el premio Juego del Año en 2001. Ambientado en la ciudad medieval francesa de Carcasona, el juego consiste en una especie de puzzle donde los jugadores luchan por hacerse con las mejores posesiones (ciudades, praderas, caminos y monasterios/granjas) del mapa. La novedad del juego reside en que el tablero es nuevo en cada partida, puesto que los jugadores van sacando, de forma aleatoria, las fichas del terreno y deben colocarlas de manera coherente, tomando posesión del elemento que más les interese de la ficha (ciudad, camino, prado, monasterio/granja) con sus piezas de personaje. Éstas permanecen estáticas en el tablero hasta que la construcción en la que están se acabe y se repartan los puntos correspondientes. Existen varias ampliaciones compatibles por lo que permiten aumentar el número de jugadores y las posibilidades del juego. Todas pueden combinarse entre ellas. En España, también lo comercializa Devir. (http://www.carcassonne-welt.de/)


Entre los juegos de cartas, me gusta 6 nimmt! Es un juego que puedes llevar a todas partes y apto para cualquier edad por su sencillez. Creado por Wolfgang Kramer, el objetivo del juego consiste en deshacerse de las cartas y puntuar el menor número de cabezas de toro posible. Para ello, se disponen 4 filas con una carta boca arriba; cada jugador debe elegir una de sus cartas (dispone de diez al comienzo de la partida), y destaparla cuando todo el mundo haya elegido la suya. El jugador con la carta más baja es el primero en colocarla sobre una de las cuatro columnas (en función de la carta que ya haya en la misma), se van colocando en orden creciente en las columnas que corresponda y aquel jugador que coloque la sexta carta de la columna se lleva toda la columna y, por tanto, los puntos. La ronda termina cuando se juega la última carta de la mano de los jugadores, entonces los jugadores cuentan sus puntos y se apuntan en una hoja. Cuando alguien llegue a 66 el juego termina, el jugador con menos puntos gana el juego.


Por último, una curiosidad sobre uno de los juegos más universales: el parchís. Aquí el tablero es más pequeño y un poco distinto al que conocemos, pero, sin duda, lo más llamativo es el nombre por el que lo conocen por estas tierras: Mensch ärgere Dich nicht (No te enfades, hombre!). El parchis proviene de un antiguo juego indio llamado Pachisi, que llegó a Europa a través de los árabes que se afincaron en España. La forma actual del juego alemán la estableció Josef Friedrisch Schmidt en el invierno de 1908 basándose en la versión inglesa (Ludo). Se mostró al público por primera vez en 1910 y se comenzó a producir en serie en 1914. Al contrario que Ludo, Schmidt no incluyó en las reglas todas las variaciones tácticas y estratégicas del Pachisi original. El juego no ha variado desde entonces. Se popilarizó a partir de la Primera Guerra Mundial, cuando Schmidt envió al frente 3000 juegos para que se entretuviesen los soldados. El boca a boca hizo que, en 1920, la compañía hubiese logrado vender un millón de copias . Hasta la fecha se han vendido más de 70 millones de ejemplares, con una media de 100.000 juegos al año.

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