jueves, 25 de septiembre de 2008

Stephen Hawking en Santiago


El científico Stephen Hawking lleva unos días en Santiago, adonde se ha trasladado, entre otros motivos, para recibir el Premio Fonseca 2008 del Programa ConCiencia y para presentar el viernes el libro que ha escrito con su hija Lucy, La clave secreta del universo, en el Instituto Rosalía de Castro. El cansancio y los problemas técnicos retrasaron ayer su intervención ante los medios de comunicación, pero finalmente respondió a través del ordenador que le acompaña a doce preguntas, en las que combinó cuestiones sobre la física, la cosmología, el clima, la genética o la política. Además, ofreció por escrito respuesta a otras once preguntas.

Entre sus declaraciones, cabe destacar la que realizó acerca de su enfermedad: «No tengo casi nada positivo que decir acerca de la enfermedad neuronal motora, pero sí que me enseñó a no compadecerme, porque otros estaban peor», «mis expectativas fueron reducidas a cero cuando tenía 21 años. Desde entonces todo ha sido un extra». También sus opinión sobre ciencia y religión: «el universo está gobernado por leyes científicas, y estas leyes deben cumplirse sin excepciones o no serían leyes. Esto no deja mucho espacio para milagros o para Dios». En todo caso, señaló, «puede llamar a las leyes científicas Dios, pero no sería un Dios personal».

En Santiago le acompañan su equipo de colaboradores y su hija Lucy, a quienes mañana, viernes, se unirá otro de sus hijos para arroparle en la entrega del Premio Fonseca 2008, que recogerá el sábado. Durante esta semana, realizó un pequeño tramo del Camino de Santiago, visitó la catedral, contempló el botafumeiro, se reunió con investigadores, presentará dos libros y asistirá a la entrega del galardón. En muchos de estos actos, el físico realizó declaraciones a través del ordenador con el que se comunica. Para entender el esfuerzo que esto supone basta con conocer cómo funciona su sistema de comunicación. En un minuto sólo puede escribir una o dos palabras.

Hace años, cuando todavía tenía movilidad en las manos, era capaz de escribir 45 palabras por minuto. Su capacidad intelectual y su tesón han sido de gran importancia para poder seguir comunicándose en sus difíciles circunstancias cuando otros estarían confinados al silencio.
Lo hace gracias a un sistema diseñado por otro genio, seleccionado entre tres mil aspirantes para convertirse en el informático del físico y cosmólogo. Sam Blackburn, que le acompaña a todas partes, diseñó un dispositivo aplicado en sus gafas, que capta el movimiento de un músculo bajo su ojo derecho, y transforma estos impulsos hasta permitirle escribir un par de palabras por minuto. Habla a través de un ordenador con acento americano, algo que no le gusta al científico, pero ahora que ya tiene la posibilidad de elegir otro acento ya le ha cogido cariño «a su voz». ("El genio que va a dos palabras por minuto", http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2008/09/25/0003_7169961.htm).

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